Por lo general, eran personajes urbanos, de origen burgués -aunque en ocasiones renunciasen a esta distinción-, a menudo con profesiones liberales y aficionados a las novedades tecnológicas. En contraste, las clases populares -y, en ocasiones, las aristocráticas- se apegaron a los trajes regionales españoles y surgió el fenómeno del majismo, que retrató magistralmente el pintor Francisco de Goya. Los escotes solían ser con forma de corazón y, en ocasiones, se usaba un cuello capa, un volante de encaje que cubría hombros y pecho.